La complementariedad matrimonial no sólo es necesaria desde un punto de vista práctico sino que también es positiva puesto que contribuye a una mayor convivencia y a construir un proyecto conjunto. Desde un punto de vista pragmático, es evidente que un matrimonio que se complementa contribuye a una distribución más equitativa del trabajo de las cosas domésticas del hogar como las relacionadas con los hijos. Hoy, posiblemente esto es algo más comprendido que lo que ocurría años atrás, donde la influencia machista era mayor.