Marco Bizzarri: Vocación por el arte

Marco Bizzarri (1988) nunca pensó en estudiar Arte. Tras egresar del colegio Monte Tabor, era evidente que la Arquitectura era la carrera adecuada. Tenía futuro y además permitía desarrollar la creatividad, la imaginación y la facilidad que uno tenía para las manualidades. El arte, pensaba, vendría después. Pero tras pasar tres años, se produjo el quiebre. Y cuando en 2010 Marco entró en la Facultad de Arte de la Universidad Católica, lo supo con claridad: “Esto es lo mío. Aquí me quedo.”

Marco Bizzarri (1988) nunca pensó en estudiar Arte. Tras egresar del colegio Monte Tabor, era evidente que la Arquitectura era la carrera adecuada. Tenía futuro y además permitía desarrollar la creatividad, la imaginación y la facilidad que tenía para las manualidades. El arte, pensaba, vendría después. Pero tras pasar tres años, se produjo el quiebre. Y cuando en 2010 Marco entró en la Facultad de Arte de la Universidad Católica, lo supo con claridad: “Esto es lo mío. Aquí me quedo.”

La decisión no fue fácil. En sus primeras clases, de distintos modos los profesores advirtieron a los alumnos que la única forma de lograr algo era pasar horas y horas en el taller. “Es tan amplio y disperso este ambiente, que trabajar y trabajar es la única manera de sintetizar y salir adelante”, dice Marco.

Sin haber egresado aún de la universidad, Marco se ha creado un lenguaje artístico, el mecanicismo. Y ha realizado ya importantes muestras, especialmente una individual en la Galería de Arte La Sala, en Santiago, y una muy relevante exposición en la Leila Heller Gallery de Nueva York. Pero su carrera, tan fuera de lo común, no sólo es la expresión de un gran talento, sino de una sensibilidad muy fina que descubrió la fuente de la creatividad en aquello que es más propio del ser humano: lo espontáneo, lo emocional, lo intuitivo.

¿Cómo has hecho tu camino en el arte?

Partí creando hace ya mucho rato. Sabía que parte de este trabajo consiste en hacer algo original, expresivo. Investigué técnicas para crear la mía propia. He tratado de conseguir que el color sea lo más potente y expresivo posible. Buscando la expresividad, llegué al rostro humano. Lo que hoy hago es el resultado de un largo camino… Soy muy detallista. Me atrae el detalle y no evito la dificultad. No me guío por lo que se puede vender, sino lo que me nace. Intento ser muy libre.

¿Qué buscas con tu pintura?

Partí con la pintura de manera intuitiva. Es cosa que me nace. Es muy del interior. La gente busca dar interpretaciones, pero cada uno puede interpretar lo que quiera. En mis primeras exposiciones, me paraba al lado de uno de mis cuadros para oír qué se decía. Me gusta interactuar con la gente… que se impresionen, que les llegue el color. Trato siempre de ir cambiando, de incorporar cosas nuevas.

¿Qué creadores admiras?

Admiro mucho a Jean-Michel Basquiat (1960-1988) por su libertad, por cómo deja correr la conciencia sin parecer pensarlo. Del arte chileno me encantan Benjamín Lira, Roberto Matta, Hernán Gana, Gonzalo Cienfuegos, Ricardo Maffei. De los artistas lo primero que me interesa son los colores con que trabajan y cómo los combinan.

¿Qué te pasa frente a la tela en blanco? ¿Te paraliza?

Me pasan muchas cosas, menos paralizarme. Creo que hay muchos artistas que piensan demasiado y al final no hacen nada.

Yo les diría que no piensen tanto. Que lo hagan como una cosa intuitiva. Cuando me puse a trabajar empecé a ver los dibujos que hacía de chico. Ahí uno trabaja desde la autenticidad. Hoy ya mayor, uno razona y se cuestiona lo que debe hacer. Me dije: voy a trabajar desde mis dibujos cuando era niño. A los amigos les digo que miren sus dibujos de chico y que empiecen a trabajar con lo que más agrada. ¿Les gusta el campo? ¿Les gusta comer? ¡Que empiecen a trabajar con eso!

¿Qué le dirías a alguien joven que estuviera en el dilema de seguir o no la carrera del arte?

Es difícil dar consejo. Yo tuve suerte… Les diría que se muevan siempre por lo que los hace feliz. En mi caso, dejé de lado todo lo que tuviera que ver con el miedo al futuro. Lo bloqueé. Viví el día a día. Fue raro. Algo me hizo quedarme en Arte. Sentí que eso me hacía feliz. Que estaba bien. Les diría que trabajen mucho, mucho, mucho. Que aprovechen todas las oportunidades que se les dan, y que las saquen adelante como puedan. Que sean patudos. Esa es la actitud de un artista. Hay que ser busquilla. No tener miedo de mostrar sus obras. No quedarse con eso guardado. No ser tímido. Hay que mostrar, hay que expresarse. Les diría que se muevan con una mentalidad de, el día de mañana, ayudar a los demás.

¿Te sientes afortunado?

Demasiado. Por eso quiero ayudar. Quiero hacer algo con lo que he ganado con la venta de mis cuadros. Esa plata hoy no la necesito. Tal vez mañana sí, pero hoy no. Siento que Dios me ha dado mucho. Me encantaría ayudar a otros artistas. Veo tantos que no tienen los recursos, que no saben que tienen talento, y a veces un enorme talento. ¿Para qué estás acá si no vas a ayudar a alguien? De qué sirve enriquecerse, llenarte de cosas y después… ¿qué hiciste? Hay que hacer algo grande. Y hay que
partir ya… Ahora que uno es joven. A todo el mundo le digo: no pienses tanto; parte con un proyecto, por chico que sea. Ya irás evolucionando. Y luego hay que trabajar…

SUS FAVORITOS…
Libro: La Agonía y el Éxtasis de Irving Stone
Película: Avatar. Me encanta el director James Cameron…
Pintor: Basquiat
Ciudad: Nueva York
Museo: La Frick Collection, las galerías de Chelsea, o la Galería Gogossian, donde conocí a Basquiat.