Apostol en Familia N°87

¿Qué hay detrás del

Año de la Misericordia?

 

El Papa Francisco nos ha llamado a celebrar, durante este 2016, el Año de la Misericordia. Pero, ¿cuál será la razón de fondo? La interpretación más obvia es que el Papa nos pide poner el foco en el amor, para no olvidar las raíces del cristianismo. Otra manera de verlo es pensar que el Papa quiere que recordemos y apliquemos las 14 Obras de Misericordia (7 espirituales y 7 corporales). Si bien todo lo anterior es cierto, es quizás más importante aún tratar de interpretar los signos de los tiempos y las voces de Dios que el Papa está captando.

 

port APOSTOL Nº87

 

Si observamos el mundo vemos que los conflictos han vuelto aumentar después de un importante declive tras el final de la Guerra Fría. Las guerras actuales matan y desplazan a más personas y son más difíciles de terminar que en el pasado. Como si lo anterior fuera poco, últimamente hemos quedado horrorizados por los atentados terroristas en París y ahora recientemente en Bruselas.

 

Si observamos todo esto, nos queda clara la necesidad que tiene el mundo de conocer la misericordia de Dios. A nuestro entender el Papa nos está pidiendo que en todo lo que hagamos, busquemos siempre, y procuremos así ser para otros, fuentes de misericordia de Dios. Y, en el centro de la misericordia se encuentra la capacidad del perdón. El Obispo de Roma nos recuerda que de esta forma reforzaremos nuestra certeza que la misericordia contribuye realmente a la construcción de un mundo más humano, especialmente en estos tiempos en que el perdón es un valor escaso en los distintos ámbitos de la vida humana.

 

Pero qué podemos hacer nosotros, desde nuestro círculo más cercano. La misericordia es amor, y lo contrario es la indiferencia. ¿Somos conscientes acaso del dolor que causamos a veces con nuestro desamor? ¿Somos conscientes de nuestras indiferencias? ¿Defendemos nuestros principios cristianos con la fuerza que debemos? ¿Toleramos el mal con el silencio? ¿Causamos dolor con nuestras imprudencias, con nuestros gestos, con nuestras palabras a veces hirientes? Todas estas indiferencias son faltas de misericordia y es ahí donde podemos actuar aquí y ahora. Como decía Martin Luther King, “no me preocupa tanto la gente mala, sino el espantoso silencio de la gente buena”.