Apostol en Familia N°88

Una actitud misericordiosa

Como veíamos en el número anterior hay siete obras de misericordia corporales y siete espirituales. Si bien todas estas acciones están muy bien, es muy importante entender que la práctica de la misericordia no es una afición ni un hobby que algunas personas, con tiempo libre, se dedican a realizar. Tampoco es una lista de cosas, que de la noche a la mañana decido comenzar a hacer debido a que este es el Año de la Misericordia.

Portada APOSTOL Nº88

 

Vivir la misericordia es acoger en nosotros el amor de Dios y luego dar espacio para que se manifieste a través de nosotros, en otras personas. De esta forma, la misericordia no empieza en una serie de actos u obras, sino en un profundo cambio en el corazón que nos da una nueva actitud frente a las personas y a las cosas. Personas con corazón misericordioso son aquellas que se proponen, por ejemplo, escuchar con interés y cariño un problema ajeno, aconsejar con verdadera preocupación cuando nos preguntan alguna duda, y por qué no a dar un sándwich o una fruta y una bebida a quienes pasan por la casa pidiendo limosna o dar alojamiento en nuestro hogar a un familiar o amigo que viene de lejos para alguna cuestión médica, de trabajo, etc. También se manifiesta en regalar ropa que estén en buen estado a las personas más necesitadas en vez de tender a acumular cosas que ni usamos. Personas misericordiosas son aquellas que les brota desde el fondo del corazón ser respetuoso con los demás o perdonar a quienes nos insultan o nos pasan a llevar o a rezar por nuestros conocidos y, aunque cueste, también por aquellos que no nos quieren, intercediendo por ellos, por sus trabajos, su salud, su situación económica, su salvación.

 

Para vivir la misericordia debemos hacer un cambio profundo de cómo interpretamos la vida, transformándola en una cruzada de entrega, apertura, respeto y amor al prójimo. Y lo anterior requiere pedirle humildemente a Dios que nos haga cambiar de modo que empecemos a pensar más en el otro que en nosotros mismos.

 

Lo más importante entonces es lograr alcanzar una mirada misericordiosa de la vida. Las manos misericordiosas para actuar en las obras que sean necesarias vendrán luego como regalo de Dios.

 

ANITA WALKER

ANTONIO KOVACEVIC